La persistencia de síntomas después de la infección por SARS-CoV-2 es una realidad reconocida por la Organización Mundial de la Salud en septiembre de 2020 y por el Ministerio de Sanidad en enero de 2021.
A pesar de los reconocimientos oficiales de la COVID-19 persistente, actualmente nos encontramos ante un gran desconocimiento de la fisiopatología, los factores de riesgo, el pronóstico y la evolución de dicha entidad.
La covid no sólo ha dejado muertos en el camino, también enfermos que meses después de la infección siguen padeciendo los síntomas de la enfermedad. Este colectivo, el de los covid persistente, denuncian que se sienten abandonados por el sistema.
Recientemente la publicación de diferentes estudios nos ha ayudado a caracterizar la clínica de los pacientes. Todos ellos son superponibles y constatan que la persistencia de síntomas no tiene una relación con la gravedad de la infección aguda. Los síntomas mayoritarios descritos son disnea, dolor precordial, cefalea, alteraciones cognitivas, fatiga, parestesias, trastorno del sueño…
Algunos de los síntomas descritos, la edad de presentación de manera mayoritaria y que afecta, por lo que conocemos hasta ahora, más a las mujeres, lleva a pensar a determinados sectores profesionales que se trata de un síndrome de sensibilidad central. Actualmente bajo este síndrome se engloban la fatiga crónica, la fibromialgia y otros.
Es cierto que muchos de los síntomas son comunes, pero el abanico de signos y síntomas de la COVID-19 persistente es aún más amplio: anosmia, ageusia, hipoacusia, miocarditis, pericarditis, disnea,…
A pesar de las muchas teorías para entender la fatiga crónica y la fibromialgia, todavía no hay ninguna definitiva y se necesita todavía de mucha investigación.
Todo ello nos lleva a diferentes reflexiones y dudas no resueltas. Ante una nueva entidad, con cifras absolutas de afectados elevadas, y cuyo mecanismo de acción desconocemos, parece muy atrevido y poco preciso encasillarla junto a patologías existentes sin demostrar su origen común y en muchas ocasiones sin descartar otras posibilidades. Ello supone un elevado riesgo de convertirse en un cajón de sastre, olvidado por los profesionales clínicos y la investigación, pero no por los pacientes, que día a día tienen que convivir con esta nueva realidad tan incapacitante.
Necesitamos investigar mejor todos estos mecanismos; quién sabe si, con los resultados obtenidos, se podrán beneficiar de un mayor conocimiento y abordaje todas las patologías poco entendidas, reconocidas y en ocasiones olvidadas, como la fibromialgia y la fatiga crónica.
Tanto el síndrome de Covid persistente como la fibromialgia o la fatiga crónica comparten una base probablemente inmunológica e inflamatoria, y por lo tanto no se trata de una enfermedad psicológica o psiquiátrica. Es muy importante asumir que existen procesos neurobiológicos no bien conocidos hasta la fecha, que explican de forma orgánica el conjunto de síntomas que engloban estos síndromes.
A falta entendimiento y a falta de tratamiento, a los enfermos sólo les queda por ahora intentar asimilar su situación, protegerse de la incomprensión, y seguir adelante.
La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos – Albert Einstein