La Organización mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 300millones de personas en el mundo sufren depresión, una de las primeras causas de incapacidad. En la mayoría de los casos, no se trata de un único episodio, sino que con frecuencia tiene una evolución recidivante o crónica.
La depresión es una enfermedad compleja. Casi el 30% por ciento de los pacientes no responden a los tratamientos antidepresivos habituales. Si un paciente no mejora con una terapia farmacológica a base de dos tipos de antidepresivos, se habla de una depresión resistente al tratamiento o refractaria.
La falta de biomarcadores específicos para la depresión y los escasos avances en el desarrollo de nuevos tratamientos, son una de las principales causas de la carencia de terapias eficaces. En ello influye la complejidad de los síntomas depresivos y el papel que desempeña la historia vital y los rasgos de personalidad del sujeto en el trastorno. Por otra parte, la incidencia creciente de enfermedades crónicas asociadas a una sintomatología depresiva aumenta la dificultad de hallar una solución. Datos recientes sugieren que la inflamación contribuye a la aparición de la depresión, así como al desarrollo de la resistencia a los medicamentos antidepresivos.
Se desconoce en detalle cómo y por qué surge la depresión, pero es conocido que el equilibrio de los neurotransmisores cerebrales, en especial la serotonina, la norepinefrina y la dopamina, se altera durante la enfermedad. A grandes rasgos, los antidepresivos actúan modificando, sobre todo, el metabolismo cerebral de estos neurotransmisores.
Cuando los pacientes no responden a los tratamientos antidepresivos, existe otra terapia que puede ofrecer mejoría clínica: La terapia electroconvulsiva (TEC) que estaría indicada en casos graves. Sin embargo, se trata de un tratamiento estigmatizado y que goza de mala reputación a pesar de que en muchos casos reporta un claro beneficio. De dicho tratamiento se pueden derivar efectos secundarios cognitivos como fallos de memoria, por afectación de estructuras cerebrales profundas como el hipocampo.
Existe para el tratamiento de la depresión, otra terapia de eficacia médica demostrada que es la Estimulación Magnética Transcraneal repetitiva (EMTr). Es una técnica no dolorosa que consiste en la aplicación de pulsos de energía electromagnética sobre las células nerviosas del cerebro con la finalidad de activar o modificar su funcionamiento. Se aplica mediante una pala de estimulación que denominamos “coil”, y que atraviesa sin dificultad el cuero cabelludo y el hueso craneal llegando a la corteza cerebral. Antes del procedimiento no se requiere ninguna preparación especial, y el paciente se mantiene despierto en todo momento. En ocasiones y tras la EMTr puede aparecer un discreto dolor de cabeza que ceden espontáneamente en poco tiempo.
La aplicación más importante de esta novedosa terapia largamente investigada desde 1985, es en el campo de la Psiquiatría, siendo los procesos más beneficiados las Depresiones resistentes a los fármacos y otras formas de Depresión mayor. Así mismo, los Trastornos Obsesivo Compulsivos, los Trastornos Bipolares y algunas manifestaciones de la Esquizofrenia obtienen buena respuesta. Otras utilidades pertenecen a los campos del Diagnóstico, Neurorrehabilitación y Neurológico. El tratamiento del Dolor Neuropático y la Fibromialgia constituyen otro gran desafío para la Estimulación Magnética Transcraneal que está dando buenos resultados.
No pueden recibir este tratamiento las personas con epilepsia, embarazadas, portadoras de marcapasos, con placas metálicas en la cabeza o con válvulas de derivación de líquido cefalorraquídeo y tampoco los niños menores de 2 años. El tratamiento se administra diariamente y tiene una duración de algunos minutos, mientras el paciente permanece sentado. Según la gravedad y características de la enfermedad, el procedimiento se mantiene entre 2 y 6 semanas, siguiendo las recomendaciones de los protocolos internaciones.
La estimulación magnética transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés) fue autorizada por la FDA (Food and Drug Administration) para el trastorno depresivo mayor resistente al tratamiento en el año 2008.
En resumen, la EMT es una técnica que permite la modulación de redes neuronales en sujetos normales y con distintos trastornos neuropsiquiátricos. La EMT tiene gran potencial y se puede utilizar con fines terapéuticos en enfermedades neurológicas y psiquiátricas, tanto en niños como en adultos. Es una técnica aprobada por la FDA para el trastorno depresivo mayor resistente a los medicamentos, con un adecuado perfil de seguridad y con efectos secundarios leves y transitorios.