Se ha publicado recientemente en iSanidad, una entrevista al director del Hospital Casa Verde, José Javier Rubio Blanco, que a mi entender escenifica correctamente la realidad de la atención al Ictus en nuestros días, aunque merece también comentarios personales.
La atención a pacientes de ictus, ha evolucionado mucho en los últimos años, gracias al aumento en los recursos destinados a su detección y atención temprana, al desarrollo de estructuras y protocolos sanitarios, y a la especialización de los profesionales. A pesar de estas mejoras, un gran porcentaje de las personas que sufren un ictus padecen secuelas que, en muchos casos son incapacitantes o dificultan a los pacientes llevar una vida
normal. La fase de rehabilitación postictus consigue minimizar estas secuelas, y por tanto reduce la discapacidad residual.
¿Cuáles son las principales fases en el abordaje del ictus?
Lo más importante es salvar la vida del paciente. Durante la fase aguda del
ictus la atención hospitalaria es fundamental para salvar la vida del paciente.
En España la atención en esta fase ha ido mejorando exponencialmente mediante el conocido «Código Ictus» y las «Unidades de Ictus», con
neurólogos especializados que garantizan una adecuada atención al paciente, de forma que ha mejorado la supervivencia y el pronostico global. No obstante sigue existiendo claros puntos de mejora y de equidad en la accesibilidad de estos dispositivos hospitalarios.
Tras la fase aguda, estaríamos ante una fase post aguda en la que debemos centrarnos en disponer de programas de neurorrehabilitación de
acceso inmediato tras la estabilización clínica del paciente.
En la Guía “Principios Básicos de la Neurorehabilitación del Paciente con Daño Cerebral Adquirido, 2020” la Sociedad Española de Neurorrehabilitación recoge aspectos relacionados con el acceso a
servicios especializados de rehabilitación tras sufrir un daño cerebral y su
grado de evidencia en las principales guías de práctica clínica.
Destaca que deben recibir este tipo de rehabilitación aquellos pacientes
que hayan sufrido un ictus o un TCE, que estén estables clínicamente cuando hayan perdido capacidades físicas, cognitivas, sensoriales, funcionales, etc. Y este acceso a los servicios de rehabilitación especializados debe realizarse previa valoración del potencial de recuperación por profesionales especializados, utilizando herramientas validadas y estandarizadas.
Finalmente, cuando se ha alcanzado la máxima recuperación posible de las secuelas que se hayan producido, estamos ante la fase crónica en la
cual también es necesario disponer de recursos que garanticen mantener y preservar las habilidades y logros conseguidos en la fase de rehabilitación. En ese momento los objetivos no serán funcionales, sino de mantenimiento, para evitar el deterioro.
¿Cuál es la mejor manera de atender a un paciente que acaba de sufrir un Ictus?
La atención integral al ictus es un desafío para la sociedad del siglo XXI. Ante
los primeros síntomas de que alguien está sufriendo un ictus (pérdidas repentinas de fuerza, del habla, del equilibrio, de la sensibilidad, de la visión…) debemos contactar con los servicios de emergencias, con el 112, antes de acudir al hospital más cercano. La comunicación con los servicios de emergencias permite activar los protocolos de ictus para la atención al paciente y se gana tiempo. En estos casos «el tiempo es vida».
Debemos estar atentos, conocer los síntomas y saber qué hacer ante un ictus. Es importante educar en la prevención y en el conocimiento; fomentar hábitos de vida saludables, evitar conductas de riesgo y reconocer un ictus, sabiendo cómo actuar en cada caso.
¿Qué aporta al paciente un buen plan de rehabilitación tras la fase aguda?
Los programas de neurorrehabilitación intensiva en la fase post-aguda tras la estabilización del paciente nos permiten reducir al máximo las secuelas producidas por un ictus. En Neuroekin, nuestro objetivo es conseguir la mayor recuperación en el menor tiempo posible, trabajando en régimen ambulatorio en el tiempo más precoz posible desde el Ictus. Nuestro Equipo de profesionales trabajan con un claro objetivo, la máxima recuperación.
Con los programas intensivos de neurorrehabilitación conseguimos mejorar las capacidades funcionales de los pacientes. Existe evidencia científica extensa sobre la eficacia de la rehabilitación empleando programas intensivos e integrales de tratamiento.
¿Ha habido importantes novedades en los últimos años en el tratamiento y rehabilitación de los pacientes que han sufrido un ictus?
La evolución de la atención al ictus en los últimos años en España ha sido clara.
La alta prevalencia ha obligado al SNS a destinar recursos para su tratamiento y a los profesionales a especializarse y a organizar estructuras para su atención.
Todos los servicios de salud disponen de unidades de ictus especializadas y preparadas para el abordaje inmediato tras sufrir el evento agudo. También disponen de programas de tele ictus que permiten acercar la atención más especializada a aquellos centros hospitalarios que no disponen de unidades especializadas. Los nuevos procedimientos como el tratamiento fibrinolítico endovenoso y la terapia endovascular mecánica para la recanalización de las arterias cerebrales obstruidas son procedimientos que han demostrado aumentar la supervivencia y disminuir la mortalidad de los pacientes que sufren un ictus.
Sin embargo, esta evolución no se ha producido en igual medida en cuanto al tratamiento rehabilitador, donde aún existen importantes déficits de unidades especializadas.
Hemos avanzado mucho en la fase
aguda pero aún tenemos capacidad de mejora, si destinamos más recursos, en la fase subaguda de rehabilitación. Tras el alta hospitalaria de los pacientes con daño cerebral, debería existir un modelo de continuidad asistencial del proceso rehabilitador en régimen ambulatorio. En la mayoría de las comunidades se procura tratamiento de fisioterapia y logopedia, pero este tratamiento de ninguna de las maneras es intensivo, y tampoco integral (que aborde todas las dimensiones del daño cerebral de forma integrada).
Por esta razón, nace Neuroekin. Para intentar ofrecer una continuidad asistencial en la rehabilitación del déficit neurológico, que cumpla los criterios de calidad, e intensidad suficiente para poder alcanzar la mejor recuperación posible del paciente, y por tanto reducir la discapacidad residual.
Coincide que en la fase subaguda, es cuando el paciente se encuentra en la ventana temporal óptima de neuroplasticidad cerebral, para poder alcanzar mejoría clínica con los tratamientos profesionalizados. Por otra parte, las nuevas tecnologías también es difícil que se democraticen, por lo que suele estar en el ámbito privado.
En Neuroekin contamos con equipos de neuromodulación cerebral no invasiva, robótica, realidad virtual, estimulación eléctrica para la disfagia, plataformas online para rehabilitación cognitiva…etc. Estas nuevas tecnologías suponen herramientas de gran valor para alcanzar resultados de recuperación. Y claro, si en el ámbito público no hay un neuropsicólogo como terapeuta imprescindible para un número importante de pacientes, menos aún desarrollo tecnológico.
¿Cuál es la tasa de incidencia total del ictus en España y qué mortalidad tiene?, ¿Cuáles son las secuelas más habituales que puede tener una persona que ha sufrido un ictus?
La incidencia del ictus en nuestro país y en los de nuestro entorno es muy alta.
El incremento de la esperanza de vida, los hábitos poco saludables, el sedentarismo, el sobrepeso, la hipertensión, la diabetes o la hipercolestoremia hacen que cada año se produzcan en España
unos 120.000 ictus. Además, se prevé que esta cifra se incremente en un 35% hasta el año 2035, produciéndose alrededor del 25% de los casos en menores de 65 años.
El ictus es la primera causa de mortalidad en la mujer y la tercera en el hombre. Cada año fallecen en España unas 27.000 personas por ictus, cifra en la que también se prevé un incremento significativo en los próximos años.
Según la Sociedad Española de Neurología el ictus es la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto, asociándose mayor discapacidad a las mujeres, y es la segunda causa de demencias tras la enfermedad de Alzheimer.Se hace hincapié en que si se realizaran las medidas de prevención adecuadas se podrían prevenir hasta el 80-90% de los casos.
Según datos del Atlas del ictus en España 2019, elaborado por el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, junto con Bristol Myers Squibb y Pfizer, dos de cada tres personas que han sufrido un ictus presentan algún tipo de secuelas que en muchos casos son discapacitantes. Más del 62% tienen problemas de movilidad, el 60% tienen problemas para realizar las actividades básicas de la vida diaria y más del 35% percibe su salud como mala o muy mala.
Estas secuelas, que se intentan minimizar con los procesos de neurorrehabilitación, se acentúan más en los pacientes mayores de 65 años. Por ejemplo, el 44% de ellos tienen dificultades para ducharse o bañarse sin ayuda.
Estos datos de incidencia el ictus, de la discapacidad que condiciona (nada más y nada menos que la primera causa de discapacidad en el adulto) y otros muchos datos más, se repiten en la introducción de cualquier artículo o cualquier conferencia o entrevista de radio desde hace años. Lo sorprendente es que siendo estos datos tan públicos, tan manoseados y aceptados por todos, no promueva acciones concretas: La puesta en marcha de un plan nacional de atención integral a los pacientes con daño cerebral.
Las unidades de neurorrehabilitación expertas, que conforman un equipo multidisciplinar y trabajan bajo la evidencia científica, que defiende programas individualizados, integrales e intensivos de tratamiento por objetivos en fase subaguda, son costo-eficientes. Es difícil de entender la omisión en el abordaje correcto de estos pacientes.
Dentro de la continuidad en la cadena asistencial, se ha avanzado mucho en otras áreas como la promoción de la salud, el envejecimiento activo, la prevención primaria…, y en el otro extremo de la cadena, tb se ha mejorado eslabones en cuidados paliativos, cuidos al final de la vida, etc. Hay planes sanitarios específicos para enfermedades raras, la oncología, salud mental, también se va avanzando en otros campos de rehabilitación como la rehabilitación cardíaca, del EPOC,.. pero con respecto al Ictus o el daño cerebral adquirido seguimos igual, sin entender la emergencia real de este problema socio-sanitario de primera magnitud, que tiende además a un crecimiento exponencial.
En Neuroekin tenemos esa vocación, ese compromiso, pero no todos los pacientes o todas las familias pueden sufragarse estos tratamientos privados, a pesar de que tenemos un acuerdo con la Asociación de Daño Cerebral en Álava (ATECE), un fondo de solidaridad, para dispensar el tratamiento en aquellos casos en los que no existan recursos. Desde mi espacio, desde esta tribuna y desde mi responsabilidad moral, no me cansaré de trabajar por la sensibilización de este problema. Los datos hablan por sí solos. Espero que con el esfuerzo de todos, podamos mejorar también este eslabón asistencial que tanta falta hace a los pacientes y sus familias.